Una historia de avaricia
Según el diccionario de la Real Academia Española, avaricia es el afán desmedido de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas. Con el Testamento de Traiguén se da justamente eso.
Al hacer un análisis del testamento revocado de 2008, queda claro que a personas como Errol Jouannet y Jorge Luchsinger, la señora Lidia Villiger Klein quiso beneficiarlas con el equivalente en acciones a $73.000.000 (setenta y tres millones de pesos); y que luego, al hacer su nuevo testamento de 2018 y que revocaría el anterior, a estas mismas dos personas la señora Villiger les aumenta su legado a $100.000.000 (cien millones de pesos) a cada uno, pero además, al ser familiares directos, recibirán $110.000.000 (ciento diez millones de pesos) más cada uno.
En total, $220.000.000 (doscientos veinte millones de pesos) para cada uno de estos dos sobrinos aproximadamente.
Cualquiera diría que es una cantidad más que razonable y estaría feliz de recibir tamaño regalo. Doscientos millones le cambian la vida a cualquiera, pero no a estas dos personas.
Hoy, ambos sobrinos de doña Lidia, demandan para además quitarle a la señora Rosemarie Jouannet -hermana de Errol y prima hermana de Luchsinger-, una bodega ubicada en la avenida Caupolicán de Temuco, avaluada en más de $300.000.000 (trescientos millones de pesos); la cual le fue dejada a la señora Rosemarie por su tía Lidia Villiger en ambos testamentos. Tanto en el testamento revocado de 2008, como en el que se encuentra actualmente vigente y que estos señores luchan por anular, pidiendo además su indignidad para suceder.
Demás está comentar que, como es de público y notorio conocimiento en la ciudad de Traiguén, la señora Rosemarie Jouannet Villiger era como la hija del matrimonio de don Emilio Ruff y doña Lidia Villiger; por lo que no es de extrañar que le dejara a su sobrina tanto esta valiosa bodega en Temuco, como otros bienes más.
Mientras la señora Rosemarie hizo su vida al lado de sus tíos, viniéndose incluso a vivir a Traiguén luego de que falleciera don Emilio el año 2004, los otros dos, Errol y Jorge, sólo pasaban a saludarla de vez en cuando. Así por ejemplo, una de las cuidadoras de la señora Lidia, la señora Luisa, cuenta que Luchsinger la visitaba una vez al año, mientras que su sobrino Errol, un poco más seguido, pero tampoco mucho más.
Hoy, tanto Luchsinger como Jouannet luchan en tribunales por quitarle estos bienes a su prima y hermana respectivamente, pero en el intertanto, son varios más los perjudicados, ya que ni la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera de Traiguén, o los trabajadores de doña Lidia Villiger Klein -entre otras muchas personas- han podido recibir lo que ella les dejó. Todo por la avaricia de algunos pocos que teniendo mucho, todo lo quieren tener.
